En las inmediaciones del Colegio Enrique Rébsamen, ubicado en la colonia Nueva Oriental Coapa, en la alcaldía Tlalpan, de la Ciudad de México, se colocaron seis arreglos florales en memoria de los 19 niños y siete adultos que fallecieron en el derrumbe del plantel, a causa de terremoto del 19 de septiembre de 2017.
La ofrenda floral colocada en la esquina de Rancho Tamboreo y Calzada de las Brujas, fue en el marco del tercer aniversario del sismo y consiste en cinco coronas de crisantemos y una cruz de la misma flor.
Las coronas llevan los nombres de Paola Mireya, José Eduardo, Alexa, Raúl Alexis y Gloria; mientras que la cruz de flores se colocó en memoria de las 21 personas más que murieron en este lugar.
En el colegio hay una lona cuelga en una de las paredes exteriores, la cual advierte que el edificio está bajo resguardo de la Fiscalía General de Justicia capitalina, por el delito de homicidio.
Por ello, la barda principal y uno de los edificios permanecen intactos, con los daños de hace tres años, como si el tiempo no hubiera pasado.
En la parte más alta del edificio aún se lee la palabra SILENCIO, que recuerda la instrucción desde ese momento, para escuchar entre los escombros algún lamento, algún sollozo, que indicara que había alguien más con vida debajo de las piedras.
Un boquete en una de las paredes de uno de los pisos superiores también permanece intacto y deja ver la pared opuesta de eso que fue un salón: un pizarrón blanco largo, con una cuadrícula para guiar la escritura de los alumnos, muñecos de papel pegados en la parte superior del pizarrón que servían como adorno del aula y las lámparas del techo ya sin focos.
Asimismo, un grupo de 32 paramédicos de la organización Primer Contacto Atención Médica también llegó al colegio para rendir una guardia en memoria de los niños fallecidos.
Los paramédicos uniformados de azul marino llegaron en dos ambulancias y formaron filas para conmemorar lo ocurrido el 19 de septiembre de hace tres años.
Una de las ambulancias tiene el logotipo del Hospital Sedna y la otra, de la Deaf Catholic Youth Initiative.
Fuente: Milenio